Veo a una pareja, chico-chica, paseando por el puerto del pueblo vecino. Parece que van a buscar el coche después de una romántica cena. Ella rodea con su brazo el brazo de él y pienso: Que tierno.
Al alejarse, los tacones de la mujer no me dejan indiferente. Aún estando agarrada al chico puedo observar como sus piernas no caminan del todo firmes, sino que se tambalean encima de esos palillos que le hacen imposible llegar a algún sitio sin su acompañante.
Se me plantea una duda.
Veo a dos niños sentados encima de un muro dándose codazos cómplices el uno al otro, riendo a carcajadas, sin un rastro de preocupación en sus caras y entonces pienso: Que tierno.
Sigo la trayectoria de sus ojos y me encuentro con un tercer niño en el suelo, con la bicicleta con la que perdió el equilibrio tirada a su lado, apretando fuerte contra su cuerpo una rodilla desnuda a pesar de llevar pantalón largo y llorando más por ser el motivo de la mofa que por el daño que sufre.
Se me plantea una duda.
Veo una abuelita en el paseo, digo “abuelita” por su cara de buena persona, vestida con una bata… de abuela, color rosa. Disfruta sacando a su perrito lleno de complementos del mismo color que su bata. Se paran a pocos metros y la anciana acaricia a su mascota y no puedo evitar pensar: Que tierno.
A los pocos minutos los dos se alejan contentos del lugar, dejando algo atrás suyo.
Se me plantea una duda.
Al alejarse, los tacones de la mujer no me dejan indiferente. Aún estando agarrada al chico puedo observar como sus piernas no caminan del todo firmes, sino que se tambalean encima de esos palillos que le hacen imposible llegar a algún sitio sin su acompañante.
Se me plantea una duda.
Veo a dos niños sentados encima de un muro dándose codazos cómplices el uno al otro, riendo a carcajadas, sin un rastro de preocupación en sus caras y entonces pienso: Que tierno.
Sigo la trayectoria de sus ojos y me encuentro con un tercer niño en el suelo, con la bicicleta con la que perdió el equilibrio tirada a su lado, apretando fuerte contra su cuerpo una rodilla desnuda a pesar de llevar pantalón largo y llorando más por ser el motivo de la mofa que por el daño que sufre.
Se me plantea una duda.
Veo una abuelita en el paseo, digo “abuelita” por su cara de buena persona, vestida con una bata… de abuela, color rosa. Disfruta sacando a su perrito lleno de complementos del mismo color que su bata. Se paran a pocos metros y la anciana acaricia a su mascota y no puedo evitar pensar: Que tierno.
A los pocos minutos los dos se alejan contentos del lugar, dejando algo atrás suyo.
Se me plantea una duda.