4.4.09

Sábado

Ponerse a pensar un sábado me recuerda a un tema con el mismo nombre de Christina Rosenvinge y me lleva a preguntarme como surgió esa canción.
Creo que pudo ser un día como hoy, un sábado que te da por hacer un análisis de tu vida.
Es entonces, en un momento de crecimiento de autoestima absoluto, cuando cojo un boli dispuesta a enfrentarlo a un trozo de papel. Un folio de libreta con la propaganda de dos tipos de pastillas en ella.
Puedo contar toda mi historia, desde que tengo uso de razón hasta hoy, incluyendo lo que he sentido en cada momento y como han cambiado las cosas del ayer al hoy.
Puedo describir los escenarios y las reacciones de la gente, puedo moldearlo todo hasta que quede justo en su lugar, porque los sábados puedes pararte a pensar en esas cosas.
Hasta que, al girar la página, por mi cabeza pasa un tornado que se lo lleva todo y en ese momento mi rostro cambia de una sonrisa de autosuficiencia a una cara de incredulidad.


Estoy tumbada en la cama y creo que tengo más sueño que empeño en crear algo nuevo.
Mis dedos juegan con una goma elástica y veo la escena totalmente desenfocada e insonora.
Pestañeo y por unos segundos todo se ve claro, hasta que vuelven las siluetas y el difuminado.
Cierro los ojos durante un minuto y al volver a abrirlos me doy cuenta de que están mejor cerrados.